LA MENTE ALTRUISTA
Hay un principio que desde hace muchos años intentamos que sea parte de nuestra filosofía de vida, es “tener una mente altruista”: Según el budismo, ¡La mente altruista es la que de forma espontánea trabaja por el bien de los demás!...
Reflexionando sobre esta frase
estoy sentado frente a mi ventana, cerca hay un árbol y en él un pájaro que canta,
y me pregunto… ¿por qué canta?, acaso porque quiere que todos los seres de la
tierra lo escuchen (esta sería una respuesta humanizada). Quizá sólo está
comunicándose con otro de su misma especie o protege su territorio, o busca una
hembra o macho porque ya es primavera. Un religioso diría que es la voz de
Dios. Hay muchas respuestas para esta pregunta. Y en la vida hay demasiadas
preguntas. En realidad un pájaro no piensa que tiene que hacer algo por los
demás, sólo busca comida, canta, se aparea y se protege de morir. Al parecer el
bien común en la naturaleza es intrínseco, porque existe un equilibrio oculto. Y
no hay demasiados pájaros porque no podrían sobrevivir y así todo ser en la
naturaleza tiene una función.
La pregunta es, como seres humanos; ¿cuál es nuestra función?...lo cierto es que, cada cual vive en su mundo, en su realidad y nadie puede vivir la vida de otro. Es así que desde que nacemos ya tenemos factores biológicos y ambientales que condicionan o favorecen nuestra vida, y como seres sociales damos valor a ciertos hechos; trabajo, familia, amigos, actividades para el bien común. Sin embargo, hay un aspecto que determina nuestra vida, es el Ego, que es parte de nuestra conciencia que nos protege de los peligros externos, el cual se fortalece a través del “yo”. Como personas este aspecto es el que nos lleva a ser valorados y a sentirnos valorados, siendo en la mayoría de veces el que determina nuestro bienestar; más en una cultura en donde el valor económico fortalece al “yo”. Lo curioso es que, el valor económico no es relevante en nuestras vidas, porque el tener propiedades y dinero no te proporciona equilibrio y paz, por consiguiente con estos valores no alcanzamos la felicidad.
Tampoco necesitamos el dinero para tener una mente altruista. Según el budismo (Tashi, 2009)[1] la mente altruista se refleja en la práctica de la generosidad, la ética, la paciencia, el esfuerzo alegre y la concentración, englobado todo en la sabiduría que comprende el vacío. Entonces se genera la pregunta: ¿Qué es la sabiduría?... ¿y si el saber es uno de los aspectos más importantes en los seres humanos?...por supuesto que comprender el mundo es importante, y lo hacemos a través de los sentidos; la comprensión nos aleja de la ignorancia y de los engaños de nuestra mente, sobre todo cognitivos. Pero, comprender el mundo es un aspecto muy amplio, y lo primero que deberíamos comprender es nuestra función como individuos en nuestro entorno. Función que nos puede aportar valor ante las demás personas con quien nos interrelacionamos.
Si es verdad que uno de los valores más relevantes, es comprender y adquirir un conocimiento aplicable, otro es, el saber interrelacionarnos con las demás personas. Bajo estos dos principios se empieza la andadura en el camino de la sabiduría. Para comprender esto Tashi (2009) nos dice que la mente es la base de todo. Ya que todo lo que sabemos lo captamos a través de los sentidos y permanece en nuestra mente. Pero, también la mente es la que nos cambia la realidad y es así como aparece una realidad negativa o sesgada (los sesgos cognitivos que llaman los psicólogos). De esta manera nos conectamos con las verdades absolutas y las verdades relativas, que son maneras de ver, observar y pensar. Lo que vemos, lo que escuchamos, lo que sentimos marca el ritmo de nuestra vida. ¡Otra vez está allí, el pájaro que canta!- Y ahora no sé si es un pájaro real o sólo está en mi mente...
Desde este punto de vista hay una verdad absoluta y una verdad relativa que captan nuestros sentidos, y que puede ser interpretada por nuestra mente. En los seres humanos, por ejemplo hay una verdad latente que aparece tarde o temprano, “es el sufrimiento”. No podemos imaginarnos cómo sufren los demás, al igual que no podemos vivir la vida de otros. Lo que sí podemos tener es “empatía”, un comportamiento humano, que nos hace pensar y reflexionar, ante aquellas personas que sufren (componente importante para una mente altruista). Algo más que puede pasar, es que nuestro sufrimiento se identifique con el sufrimiento de los demás. Es así como el sufrimiento se convierte en un aspecto relevante para el ser humano. De hecho, no estamos hechos para sufrir, los niños y las niñas evitan el sufrimiento, se evaden a través del juego y la imaginación. Los adultos en cambio, siempre estamos buscando los placeres sensoriales, y nuestra necesidad es tan grande que es muy fácil confundir la cubierta que proyecta nuestro deseo sobre el objeto, con el objeto en sí. Por lo tanto, ¿el sufrimiento puede ser un proceso mental?... La respuesta está en dos aspectos simples. El primero es el dolor físico, que es una verdad absoluta y que puede causar sufrimiento, sin embargo el sufrimiento físico no puede, ni debe, ser permanente en el tiempo. El segundo aspecto es el sufrimiento mental, proceso que puede ser una verdad relativa o convencional, pero según la intensidad y la permanencia en el tiempo, puede convertirse en una verdad absoluta. Por lo tanto el sufrimiento como tal, es una verdad absoluta o relativa real y puede incrementarse según el estado mental en que nos encontremos[2].
Para estar bien, es importante tener un estado mental estable y trabajar sobre él, y siendo la mente base de todo, tiene que estar cualificada puesto que contiene las “predisposiciones karmicas” y hace de almacén de experiencias pasadas y futuras; las cuales están basadas en el sentido del “yo”, entonces, es obvio que el “yo” reside en la mente base de todo (Tashi, 2009; pág 107). Por lo tanto, ¿El Karma, es importante en nuestras vidas?...según el budismo y las filosofías yóguicas, por la ley de causa-efecto, todo lo que hacemos repercute en nuestro futuro. Entonces el dolor y el sufrimiento están basados en aspectos karmicos que se van formando a lo largo de toda nuestra vida. Es así, cómo todo lo que pasa en nuestras vidas y en nuestro entorno (cultura, costumbres y otros) repercute en nuestro presente y futuro. Y todo lo que aportan nuestros sentidos o estados de conciencia, se quedará marcado en nuestra mente, la cual tenemos que prepararla para conocer y comprender la realidad de nuestro “yo” y nuestro entorno. Pues sólo una mente estable y comprensiva[3], nos alejará del sufrimiento para que de esta manera, aparezca “una mente altruista”.
[1]
Del libro: NADA ES LO QUE PARECE; La verdad relativa y la verdad absoluta del
budismo tibetano. Autor Gueshe Tashi Tsering.
[2]
Una persona que quiera liberarse del
sufrimiento, necesita cultivar el entendimiento de la realidad, la sabiduría de
la verdad absoluta, a la vez que desarrolla la parte del método de la práctica,
lo que supone un entendimiento exhaustivo de la verdad convencional. No hay
otra forma ((Tashi, 2009; pág 120)
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